
La paradoja de nuestro tiempo
¿Por qué nosotros mismos como sociedad le vamos poniendo barreras a nuestros sentimientos?
¿Por qué se castiga el sentir o expresar lo que sentimos?¿Por qué tantos prejuicios?
¿Por qué los sentimientos han pasado a 2do plano y hoy es más fácil ocupar la tecnología para decir las cosas, para hablar con la gente, para expresarles nuestro cariño?
Lo dije cuando di inicio a este blog hace casi 3 años, y lo vuelvo a decir, pero en otro plano. Detesto que el mundo se haya olvidado de lo que significa sentir; de lo que significa vivir, y todo en parte por prejuicios.
Antes sentía que la inercia de frialdad e individualismo del mundo me había arrastrado, y me di cuenta que era un ser incapaz de decir un "te quiero", de sonreir sinceramente o de emocionarme con las bellezas de la vida. Pero en este tiempo he aprendido a vivir sintiendo, a disfrutar cada instante, sin importar el giro de las cosas, sino sólo permitiendo a las emociones ingresar en mi vida, y me di cuenta que vivir sin sentir no es vivir, ya que para vivir hay que estar dispuesto a jugársela, a sentir cosas que nos pueden hacer muy felices, como también no tanto. Me he dado cuenta que hay que vivir involucrándose con la vida, el mundo, y las cosas que eso trae.
AHAHAHHA día raro! ¿por qué toy diciendo esto? ¿por qué tantos "porqués"?
Curioso...
Un instante en que vives sin sentir,
en que escuchas sin querer oir.
Un momento con tu mente en blanco,
lo que viene ya lo sabes de inmediato.
Una paloma que vuela, una hoja que cae.
Una flor se seca, dos corazones que laten.
Tan sólo un pequeño instante piensa el solitario andante.
Tal vez toda una eternidad cuando se ama en soledad.
El cielo se nubla y pequeñas gotas empiezan a caer, para ir haciéndose más intensas. Mamá mira con preocupación el cielo y sólo le pide a Dios por mi hermano, quien desde la semana pasada trabaja recolectando cartones por las calles. Hace frío, y mamá prepara un té, se siente amargo. Con la taza en la mano, me asomo a la puerta y veo niños, sólo un poco menor que yo, corriendo a sus casas, con sus piesecitos embarrados y enteros mojados. Respiro profundo y soplo el vapor de mi té, pienso que mañana estaré en las calles, juntando cartón con mi hermano, pienso también que el mes entrante mamá tendrá azúcar para su té y harina para las sopaipillas que tanto nos gustan con mi hermano. Dejo la taza sobre la mesa y me recuesto en mi cama, escuchando las gotas de lluvia caer y sintiendo la humedad de nuestro cuarto por todas partes. Intento dormir y tener un hermoso sueño, añorando que al despertar todo sea diferente...