lunes, enero 15, 2007

Un cuento de Enero

Era una dulce niña en un pueblo pequeño, cuyo padre era el principal empresario y dueño de los negocios que no sólo habían ahí, de los pueblos más cercanos, sin duda una muchacha deseada por todos, tanto por su dinero como por su cándida dulzura.

La que ya dejaba de ser una niña tenía que elegir esposo. Claramente los pretendientes le sobraban, pero ella tenía un sólo deseo, casarse con aquel hombre quien fuese capaz de sorprenderla con una flor.

La voz se corrió rápidamente por el pueblo, y todos empezaron la búsqueda de aquella flor que fuese a sorprenderla, yendo incluso a cuidades cercanas en búsqueda de la flor más hermosa.

Flores nunca antes vista, de los colores más raros! azules, verdes! e incluso negras le fueron llegando a la niña, pero ella no sentía que ninguna fuese la flor que ella esperaba.

Un pastor llevaba a su ganado a una pradera lejana, cuando entre la hiedra encuentra una flor y la toma, mientras su mente se vuela pensando en la que ha sido la mujer de sus sueños desde hace años.

- Ella dijo que quería una flor que la sorprendiese... pero no lo creo; ésta es sólo una vulgar flor silvestre, ¿cómo competir con las flores hermosas y elegante que le llevan los otros hombres?

Desilusionado decide guardarse la flor, y la prende en el ojal de su morral, y continúa su camino. Al atardecer, cruza el pueblo y le llama mucho la atención ver mucha gente reunida en la plaza, se acerca y se mezcla entre la gente para ver lo que ocurría, es entonces cuando escucha

- Esa es la flor que esperaba! oh gran caballero, ¿me haría el honor de ser mi esposo?

El pastor miraba atento hacia todos lados, para ver quién era el caballero que se quedaría con su mujer soñada, pero no veía a nadie acercarse.

- ¡Tú! el caballero del morral! repite la mujer al no ver respuesta.

Es entonces cuando todos miran al humilde pastor, mientras que él atónito camina hacia su amada, con la flor tiritando en su mano.

La gente lo miraba y reía, y los murmullos no cesaban

- De seguro es una broma

- Jajaja ¡qué ironía! llamarle caballero a aquel andrajoso hombre

Pero la mujer pidió silencio y ante tanta burla y expectativa de la gente dijo:

- Es la flor más bella que haya visto en mi vida, estoy segura, es contigo con quien quiero casarme.

La envidia del pueblo se respiraba en el aire, pero esto no fue impedimento para que la boda se realizase, una anciana que asistió al evento me comentó que fue la boda más hermosa, y que el ramo y toda la decoración estaban hechos de esta hermosa flor silvestre y que su olor y dulzura no sólo se podía sentir, sino que acompañó a la pareja, dando muchos años de felicidad.








Este cuento lo escribí recién, con la intensión de reflejarles que muchas veces pensamos que la belleza, bondad, y grandeza se ocultan en grandes cosas, pero son simples pequeñeces diarias las que a veces reúnen aquello que no podemos conseguir si quiera con todo el dinero del mundo, o trayéndolo de un lejano lugar.

Porque a veces la persona más andrajosa resulta ser la más rica.

Porque algo tan típico y natural como una flor silvestre resulta ser una maravilla sise aprende a mirar con otros ojos.

Porque las apariencias engañan, y a veces cuando parece que queremos grandes cosas, sólo buscamos detalles.

Porque la vida está llena de sopresas, denle la vuelta a las cosas, y descubrirán lo que hay más allá de los detalles...


Tete